Hoy se cumple un año desde mi llegada a Alemania. 365 días desde este lado del charco en donde apenas siento que todo comienza.
Hace un sol radiante afuera, por momentos parece que todo siguiera su curso normal, que nada extraordinario sucediera, pero nuestras circunstancias son muy fuera de lo normal.
Llevamos mascarillas, apenas si podemos chocar los codos o darnos un «abrazo» distante. Estar vivos es un regalo. Podemos mensajearnos y decirle a nuestros amigos y familia que queremos verlos y «estar ahí».
Aquí en el pequeño Dieburg, la vida pasa muy lentamente, como si nada cambiara. El sol calienta y los niños juegan con libertad en las calles. Nunca hay demasiadas personas juntas, ni en el supermercado ni en las tiendas. Así la vida aquí no nos cambió, más allá de no hacer reuniones o de ir a fiestas.
Pero claro, tener una familia y amigos cerca siempre es una ventaja. Por momentos yo sentía mucha soledad, mucha ansiedad de tomar un avión e ir a casa. Pero, ¿cuál es mi casa?, me preguntaba.
Hubo muchos días oscuros, al final del invierno (entre marzo y abril) en los que me negaba a quedarme, a aprender el idioma, a asumir que yo misma había tomado la decisión de estar aquí.
Entre mi ansiedad, mi poco conocimiento de la cultura alemana, mi bajísimo nivel de alemán y la exhaustiva búsqueda de trabajo, mi optimismo ya casi ni se asomaba. Aparte, no me ayudaba el hecho de no haber tenido la suerte de formar una comunidad, que es de las cosas más importantes.
¿Qué puedo decirles yo para iluminar estos días tan impredecibles?
Lloré al final de otra entrevista de trabajo, pensaba que yo era el problema y que no encajaba en nada.
Es casi el fin del verano y solo puedo decirles que todo pasa:
-Que tienes amigos a tu lado.
-Que tienes una familia que te ama.
-Que la gente que no te contrata no es que no guste de ti, es que realmente no lograron conocerte.
-Que si demoras mucho en conseguir un empleo, es porque algo realmente grande se avecina.
-Que si no puedes aprender algo es porque debes ponerle más amor y tiempo.
-Que agradecer lo que tenemos en silencio y respirando nos ayuda a estar presentes.
-Que si no te amas lo suficiente, cada lucha parecerá sin propósito, sin rumbo.
Luego de un año les cuento que he conocido a gente maravillosa en los últimos meses durante mis prácticas en el museo DFF (Deutsches Filminstitut & Filmmuseum), curiosamente la mayoría son chicas. Es mi primera oportunidad trabajando con una comunidad femenina que se respeta y se apoya. Estoy super contenta de conocerlas cada día más.
El máster también me dejó experiencias muy positivas, aunque tuve momentos muy difíciles dirigiendo proyectos, pude conocer a mentores muy humanos y preparados. Pude descubrir estudiantes y compañeros que ni siquiera compartían carpeta conmigo pero que igual me dejaron conocerles.
Ya me queda solo un semestre y sigo sin saber qué pasará. Como siempre, no hay nada cierto ni estable en este diario gitano, solo el amor de mi familia, mi marido y de la gente que llega a mi vida para hacerla más completa. Gracias Alemania por este año, por acogerme, regañarme, multarme, hacerte la difícil, pero también por hacerme reír y vivir cosas nuevas.
Dieburg, 20 de setiembre de 2020